ya no estaban los vasos sucios,
ni los platos rotos por el piso,
bastaba con barrer el pasillo y el orden
brillaba desde lejos,
ahora se extrañaba el polvo,
y las solitarias pelusas que volaban como algodon buscando azucar,
ahora extraño bailar con la escoba,
lamentablemente te tengo a ti para danzar día y noche,
pensaba en tropezarme con una olla,
para fingir un golpe y descansar de ti en el hospital,
pero ya me caí en la torpeza seca y arrugada que salen de tus manos.
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