viernes, 22 de octubre de 2010

Sin la luna.

Diré a la luna que deje un día de cuidarme,
ya basta de noches acompañas de su luz,
soledad acostumbrada,
tranquilidad esperada.

Tranquilidad esperada porque es la luna y
su romántica existencia la que arrastra
pensamientos intranquilos cuando más
deseo cerrar mis ojos sin pensar en nada,
para no soñar con nada.

Estar en blanco un minuto,
descansar de mi propia existencia,
que luna más molestosa,
contemplarla genera lluvia de pensamientos,
 deseos, sueños, esperas,
enojos, rabias,  desilusiones.

Ni hecha polvo podría descansar de eso.

Sol...¿cuándo será el día en que logres pillar a tu enamorada luna?

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